domingo, 27 de noviembre de 2011

Yo no soy un aculturado...



Discurso del gran escritor peruano: José María Arguedas, en el acto de entrega del premio “Inca Garcilaso de la Vega”. Lima, octubre de 1968.



Acepto, con regocijo, el premio Inca Garcilaso de la Vega, porque siento que representa el reconocimiento a una obra que pretendió difundir y contagiar en el espíritu de los lectores el arte de un individuo quechua moderno que, gracias a la conciencia que tenía del valor de su cultura, pudo ampliarla y enriquecerla con el conocimiento, la asimilación del arte creado por otros pueblos, que dispusieron de medios más vastos para expresarse

La ilusión de juventud del autor parece haber sido realizada. No tuvo más ambición, que la de volcar en la corriente de la sabiduría y el arte del Perú criollo, el caudal del arte y la sabiduría de un pueblo al que se consideraba degenerado, debilitado o "extraño" e "impenetrable" pero que, en realidad, no era sino lo que llega a ser un gran pueblo, oprimido por el desprecio social, la dominación política y la explotación económica en el propio suelo donde realizó hazañas por las que la historia lo consideró como gran pueblo: se había convertido en una nación acorralada, aislada para ser mejor y más fácilmente administrada y sobre la cual sólo los acorraladores hablaban mirándola a distancia y con repugnancia o curiosidad.

Pero los muros aislantes y opresores no apagan la luz de la razón humana y mucho menos si ella ha tenido siglos de ejercicio; ni apagan, por tanto, las fuentes del amor de donde brota el arte. Dentro del muro aislante y opresor, el pueblo quechua, bastante arcaizado y defendiéndose con el disimulo, seguía concibiendo ideas, creando cantos y mitos. Y bien sabemos que los muros aislantes de las naciones no son nunca completamente aislantes. A mí me echaron por encima de ese muro, un tiempo, cuando era niño; me lanzaron en esa morada donde la ternura es más intensa que el odio y donde, por eso mismo, el odio no es perturbador sino fuego que impulsa.

Contagiado para siempre de los cantos y los mitos, llevado por la fortuna hasta la Universidad de San Marcos, hablando por vida el quechua, bien incorporado al mundo de los cercadores, visitante feliz de grandes ciudades extranjeras, intenté convertir en lenguaje escrito lo que era como individuo: un vínculo vivo, fuerte, capaz de universalizarse, de la gran nación cercada y la parte generosa, humana, de los opresores. El vínculo podía universalizarse, extenderse; se mostraba un ejemplo concreto, actuante. El cerco podía y debía ser destruido; el caudal de las dos naciones se podía y debía unir. Y el camino no tenía por qué ser, ni era posible que fuera únicamente el que se exigía con imperio de vencedores expoliadores, o sea: que la nación vencida renuncie a su alma, aunque no sea sino en la apariencia, formalmente, y tome la de los vencedores, es decir que se aculture.

Yo no soy un aculturado; yo soy un peruano que orgullosamente, como un demonio feliz habla en cristiano y en indio, en español y en quechua. Deseaba convertir esa realidad en lenguaje artístico y tal parece, según cierto consenso más o menos general, que lo he conseguido. Por eso recibo el premio Inca Garcilaso de la Vega con regocijo.

Pero este discurso no estaría completo si no explicara que el ideal que intenté realizar, y que tal parece que alcancé hasta donde es posible, no lo habría logrado si no fuera por dos principios que alentaron mi trabajo desde el comienzo. En la primera juventud estaba cargado de una gran rebeldía y de una gran impaciencia por luchar, por hacer algo. Las dos naciones de las que provenía estaban en conflicto: el universo se me mostraba encrespado de confusión, de promesas, de belleza más que deslumbrante, exigente.
Fue leyendo a Mariátegui y después a Lenin que encontré un orden permanente en las cosas; la teoría socialista no sólo dio un cauce a todo el porvenir sino a lo que había en mí de energía, le dio un destino y lo cargó aún más de fuerza por el mismo hecho de encauzarlo. ¿Hasta dónde entendí el socialismo? No lo sé bien. Pero no mató en mí lo mágico. No pretendí jamás ser un político ni me creí con aptitudes para practicar la disciplina de un partido, pero fue la ideología socialista y el estar cerca de los movimientos socialistas lo que dio dirección y permanencia, un claro destino a la energía que sentí desencadenarse durante la juventud.  

El otro principio fue el de considerar siempre el Perú como una fuente infinita para la creación. Perfeccionar los medios de entender este país infinito mediante el conocimiento de todo cuanto se descubre en otros mundos.

No, no hay país más diverso, más múltiple en variedad terrena y humana; todos los grados de calor y color, de amor y odio, de urdimbres y sutilezas, de símbolos utilizados e inspiradores. No por gusto, como diría la gente llamada común, se formaron aquí Pachacámac y Pachacútec, Huamán Poma, Cieza y el Inca Garcilaso, Túpac Amaru y Vallejo, Mariátegui y Eguren, la fiesta de Qoyllur Riti y la del Señor de los Milagros; los yungas de la costa y de la sierra; la agricultura a 4.000 metros; patos que hablan en lagos de altura donde todos los insectos de Europa se ahogarían; picaflores que llegan hasta el sol para beberle su fuego y llamear sobre las flores del mundo. Imitar desde aquí a alguien resulta algo escandaloso. En técnica nos superarán y dominarán, no sabemos hasta qué tiempos, pero en arte podemos ya obligarlos a que aprendan de nosotros y lo podemos hacer incluso sin movernos de aquí mismo. Ojalá no haya habido mucho de soberbia en lo que he tenido que hablar; les agradezco y les ruego dispensarme.


Mi socio, mi socia, mi amor


Primero hablemos de amor y luego de negocios. Cuando murió, en 1952, el poeta francés Paul Eluard (que se llamaba en realidad Eugène Grindel) dejó una vida intensa, rica en misterios, como el de una inexplicada desaparición de siete meses en 1924, y un compromiso político y existencial. Considerado uno de los más grandes líricos de la lengua francesa moderna, pilar del surrealismo y romántico de ley, además legó algunos de los más bellos poemas de amor que se puedan encontrar. En uno de ellos dice: "No es posible conocerme mejor/ de lo que tú me conoces."
Dos personas que unen amorosamente sus caminos pueden honrar las palabras de Eluard convirtiéndose una en maestra de la otra en el arte de amarse. Si cada uno enseña al otro (a través de palabras y actos) cómo necesita ser amado, se convertirán mutuamente en sus más consumados amantes. Este emprendimiento mutuo y simultáneo no es teórico. Se verifica en el día a día de la convivencia y de la relación. Cuantas más áreas significativas de la vida se compartan, más son las posibilidades de profundizar en el vínculo, de enriquecerlo y de darle trascendencia. El amor no es una abstracción. Es lo que dos personas construyen a través de acciones amorosas, es decir, a través de actos en los cuales el sentimiento y la energía que los liga se concreta en hechos.
El amor, por lo tanto, necesita oportunidades cotidianas para manifestarse, para hacerse palpable. No es un traje para guardar y lucir sólo en ocasiones extraordinarias, no es una joya para exhibir en momentos culminantes, no son palabras que se declaman en situaciones extremas. No es simple enamoramiento, esa emoción intensa y concentrada, hecha de idealización y desconocimiento del otro, sino un árbol de raíces profundas, que arraigan en el conocimiento mutuo, forjado en el tiempo y las experiencias compartidas.
Competir o cooperar
Cuando el amor discurre de ese modo, algunos de los mitos y creencias que lo rodean pierden su consistencia. Uno de ellos dice que no hay que trabajar juntos, porque eso alienta la competencia y el resentimiento, aumenta la rutina y crea riesgo de aburrimiento. Pero si regresamos a Eluard y sus palabras son ciertas, ¿quién podría ser nuestro mejor socio en un emprendimiento profesional, laboral o comercial que aquella persona que nos conoce mejor que nadie?
Una pareja puede ser campo de cooperación o campo de confrontación. De competencia o de colaboración. Esto no depende de la suerte, sino de las bases sobre la que se construye. Como bien dice el doctor Aaron T. Beck (padre de la terapia cognitiva y autor de Con el amor no basta), después del enamoramiento inicial y a medida que se calman las pasiones (y se consolida el amor, podríamos agregar), la dedicación al bienestar y la felicidad aparecen como la energía esencial de la pareja. Esto se manifiesta en las funciones matrimoniales y, cuando llegan hijos, en las parentales. Una pareja puede manifestar su fecundidad a través de los hijos, pero no necesariamente tiene que ser esa una vía única y excluyente. La fecundidad, la creatividad y la trascendencia de un matrimonio pueden expresarse también de otras maneras y por otros caminos.
Cuando el compromiso existencial que los une es sólido y está fundamentado en conductas y acciones, es posible multiplicar los rostros de la fertilidad. Y si no hay bases sólidas, no será el hecho de emprender juntos un negocio o un proyecto profesional el que los hará tambalear. En todo caso allí se pondrán en juego las debilidades que la pareja tiene emboscadas y que quizá se disimulan mientras son pocos y superficiales los espacios que comparten, o cuando los roles paterno y materno encubren la ausencia de otros proyectos o sueños compartidos.
Por suerte, dice Beck, hemos nacido no sólo con la tendencia al egocentrismo, sino también con capacidad para la cooperación y el sacrificio. La gratificación que resulta del sentido de unidad es una gran fuerza en los asuntos humanos, se trate de una organización compuesta por dos personas, como el matrimonio, o de muchas, como en el equipo de un club. Al abordar un emprendimiento conjunto muchas parejas se encuentran con la oportunidad de complementar capacidades diversas y tienen un campo real y concreto en el cual aprender a dirimir diferencias. La cooperación en situaciones específicas, que requieren madurez en los razonamientos y en las decisiones, marca, como señala Beck, una clara diferencia con las circunstancias del romántico enamoramiento. Si la relación ha madurado a lo largo de sus vivencias compartidas, habrá intereses y metas que pueden divergir, pero esto no impedirá que se pueda negociar o dejar de lado intereses propios para pensar en función del equipo.
Sobre metas y metodos
De hecho, una pareja es una sociedad que en lugar de fundarse sobre bases comerciales o económicas, se constituye sobre fundamentos afectivos y emocionales. Al menos en la teoría. La práctica depende de los protagonistas. Son siempre ellos quienes decidirán para qué están juntos y cómo habrán de consolidar ese propósito.
La pregunta para qué es fundamental y orientadora. Apunta a una ruta para seguir, opera como un GPS afectivo. Si dos personas que emprenderán un viaje juntas tienen en mente destinos distintos (uno quiere ir al mar y el otro a la montaña, por ejemplo) tendrán dificultades tanto para iniciar la travesía como para continuarla. Si una de ellas resigna sus razones para no perder el viaje, y esas razones eran de peso, será inevitable un fondo de resentimiento, de malestar con el otro o consigo. Si el que impuso su propuesta lo hizo a través de manipulación o coacción, también quedará un rescoldo tóxico en la atmósfera del viaje. Esto no significa que no puedan viajar juntos a uno de los destinos propuestos. Pero llegar a esa conclusión debería ser algo más que el producto de una imposición, de una resignación o de un temor a estar solo. En ninguno de estos tres casos habría un para qué compartido.
En la lista de los para qué funcionales se pueden incluir cuestiones como: para aprender, para desarrollar mis potencialidades al lado de alguien en quien confío y que confía en mí, para experimentar el amor en la convivencia, para trascender, para compartir y multiplicar los momentos felices y para conllevar y hacer menos dolorosos los tránsitos tristes, para abordar experiencias de aprendizaje, para caminar junto a alguien con quien comparto valores y para dar sustento a esos valores. Cada persona, cada pareja, puede explorar sus propios motivos hasta comprobar cuáles son compartidos. Estos permitirán encontrar un cómo, es decir, una instrumentación, una forma de hacer y de vivir en el día a día que los oriente en la marcha común hacia el para qué. Establecido el para qué, puede haber diferencias, negociaciones y largas conversaciones para dar con el cómo. Puede haber desacuerdos, estos son parte de la vida, pero se resuelven cuando hay un para qué.
Más que negocios
Que una pareja trabaje junta, que desarrolle sociedades, emprendimientos laborales o profesionales, puede significar que haya encontrado en ellos un cómo que les permite reafirmar su para qué. Sólo hacer negocios, enriquecer cuentas bancarias, competir exitosamente en mercados, no es la razón de existir de una pareja afectiva. Si así fuera, se habría convertido en una simple unidad de negocios en la vida de sus componentes y dependerían de esto para seguir juntos o no (como suele ocurrir con quienes son naturalmente socios empresariales, comerciales o profesionales).
Pero si una pareja es una sociedad para la vida y en el propósito común que orienta su existencia se cuenta la necesidad de crear, de mejorar el mundo en que se vive, de aportar a la comunidad de la que se forma parte, desarrollar aspectos valiosos de cada uno, aportar valores éticos al quehacer económico y, en fin, explorar junto con el otro en actividades compartidas el sentido de la propia vida, la perspectiva cambia y se enriquece. La empresa comercial, laboral o profesional compartida es una herramienta de un proyecto existencial mayor. Podrá convertirse en un espacio de crecimiento, de mutuo conocimiento, de intercambio emocional. Podrá ser un campo en el cual fortificar la confianza, la interdependencia, la mutua admiración (todos ingredientes del amor). Y se les abrirá, al mismo tiempo, un gran desafío. El de aprender en dónde y cuándo terminan lo empresarial y lo laboral y desde dónde se extiende el campo de la vida amorosa compartida. Una buena construcción amorosa puede cobijar, entre otros aspectos, al proyecto comercial. Pero éste no puede reemplazar al cimiento afectivo ni disfrazarse de él.
Compartir espacios laborales desgasta al amor, dice un extendido prejuicio. También se puede afirmar lo contrario. En todo caso se trata de demostrar lo que se afirma. Cuando existe confianza, lealtad, propósito, respeto, cuidado y amor, no habrá desgaste. Cuando el tiempo y los espacios que se comparten son rutinas huecas, simplemente se confirmará lo que probablemente ya se sospechaba o intuía: que el vacío era previo a la rutina o al mucho tiempo compartido. En verdad, las rutinas son rituales, rutas (de allí viene la palabra) que nos indican destinos. Cuando los vínculos se alimentan de actitudes, de gestos, de hechos, las rutinas los consolidan, se convierten en pequeñas celebraciones cotidianas, alimentan y anticipan la intimidad. Cuando no es así, reemplazan al diálogo, a la comunicación, a la intimidad. En principio se trata de que los negocios no separen lo que el amor ha unido.
Trabajar juntos, compartir la responsabilidad de un emprendimiento, embarcarse en un proyecto económico puede dar lugar al establecimiento de nutrientes rutinas, puede abrir nuevos espacios de contacto y conocimiento en la pareja. Podría reformularse entonces el viejo refrán y decir: dime cómo trabajan juntos y te diré cómo se aman.

Por Sergio Sinay

lunes, 21 de noviembre de 2011

Estrella arqueológica

 
Monumental
Marcahuamachuco, un enigmático complejo arqueológico de piedra de 1.600 años en la sierra norte del Perú que todavía guarda sus secretos, emerge poco a poco del olvido y puede convertirse en una de las grandes estrellas del turismo de mañana. 

Disperso en un área de 240 hectáreas en un cerro a 3.700 metros de altura, el complejo preinca - y que no se sabe por qué civilización fue construido - simboliza el drama de los bienes del patrimonio cultural peruano, afectado por el saqueo y la destrucción natural. 

Ahora un moderno sistema para su conservación permitirá encontrar pistas de su pasado, gracias al convenio entre el gobierno peruano y la Global Heritage Fund (GHF). 

"La estrategia es poner en valor a Marcahuamachuco, uno de los tesoros arqueológicos más olvidado de los Andes, como atractivo histórico, cultural y turístico a fin de que la Unesco lo declare Patrimonio Cultural de la Humanidad" dijo a la AFP Alejandro Camino, representante en Perú de la GHF, un organismo que preserva sitios arqueológicos en el mundo. 

"Se desconoce a qué cultura perteneció Marcahuamachuco; se sabe que las edificaciones de piedras, con paredes de 10 a 15 metros de alto, fueron construidas entre 350 y 400 años DC pero se ignora cuándo y de donde llegaron sus habitantes", contó Cristian Vizconde, jefe de los arqueólogos del gobierno. 

En octubre del 2010 tras eliminarse la maleza que cubría parte del complejo, se descubrieron edificaciones de piedras, galerías, una plaza rectangular y viviendas, como un centro urbano religioso con santuario. "Todo amurallado, un fortín de piedras en la meseta para evitar invasiones", agregó. 

Marcahuamachuco en idioma quechua viene de Marka=Pueblo, Huamán=Halcón, Chuko=Gorro, es decir "Pueblo de Hombres con Gorro de Halcón". 

"Es el centro preinca más importante de los Andes, con su propio idioma, el culli (que perduró hasta fines del S. XX), con su dios y edificaciones no vistas en otros lugares arqueológicos peruanos", aseguró Vizconde. 

Una de las paredes que llamó la atención son las de 50 centímetros de ancho en la zona denominada El Castillo, en donde se descubrieron entierros, posiblemente de sacerdotes o nobles. 

"Esos lugares han sido saqueados y los pocos restos humanos que quedaron serán analizados con apoyo de la GHF", dijo. 

Hace unos días hallaron un lugar que podría ser un cementerio, lo que ayudaría a dar "luces" para develar el misterio de Marcahuamachuco, explicó. 

Los canadienses John Topic y Theresa Lange-Topic, que estudiaron al complejo, sostienen que los últimos habitantes se fueron a fines de 1.200 DC y que cuando llegaron los incas dos siglos después solo hallaron pastores. 

"Se desconoce porqué se fueron, posiblemente por epidemia, pero todo es un misterio aún por resolver", señaló Vizconde. 

John Hurd, consejero internacional de la GHF, dijo que Marcahuamachuco" es un sitio impresionante e impotente y que podría romper la dependencia de la industria de turismo en Machu Picchu". 

"Lo que más me golpeó es la increíble transparencia del conjunto; era muy público, un sitio construido para impresionarar, para mostrar el poder de una dinastía", agregó. 

Julio Vargas, experto en estructura arqueológica de la GHF, dijo "estar impresionado" por el tamaño de las construcciones y el trabajo en mortero (arcilla) para unir las piedras, y advirtió que se necesitó mucha técnica para que estas resistieran durante siglos lluvias, vientos y los años de olvido.  

El sitio ha sido divido en cuatro conjuntos de edificaciones: El Castillo, Las Monjas, Los Corrales y Cerro Viejo. 

Marcahuamachuco es uno de los 317 sitios arqueológicos detectados en la zona de Huamachuco, y "todos están en peligro por la creciente presencia de la minería informal de oro", lamentó Vizconde. 

Luis Alberto Rebazada, alcalde de la provincia de Huamachuco, de 150.000 habitantes, aseguró a la AFP que Marcahuamachuco, es "la gran oportunidad de mi pueblo" para convertirse en destino turístico. 

Pero se requerirá cuidar el sitio. 

"En Huamachuco hay habitantes que en sus casa tienen piedras extraídas de las ruinas", señaló Vargas, que contó que hace unos años una familia entregó una cabeza de piedra para el museo  porque tras varios años de tenerla en su poder ahora "le ocupa espacio en su casa". 

De MSN Perú - Noticias
VER FOTOS: http://noticias.latam.msn.com/pe/estrella-arqueol%c3%b3gica?cp-documentid=31442149&page=7

domingo, 20 de noviembre de 2011

Camila Vallejo: la bella rebelde

Camila Antonia Amaranta Vallejo Dowling

Camila Antonia Amaranta Vallejo Dowling. O, simplemente, Camila Vallejo, así la conocen todos. Así la conocen ahora todos. Hace un año, cuando asumía la presidencia de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh), ni la propia prensa local sabía escribir bien su apellido. Vallejos, decían las notas; así, Vallejos, con ese final.
Pero eso era antes, hace una eternidad, cuando Camila todavía podía responder el teléfono y era capaz de dar notas como quien cambia de abrigo. Ahora no. Ahora a la chica a la que le sobran nombres lo que le falta es tiempo. Concertar una entrevista con ella puede tomarte más de un mes, y una vez agendado el encuentro nada te asegura que vaya a cumplirlo. Es altamente probable que te suspenda por una asamblea de estudiantes, un plenario o una marcha. También podría plantarte porque la recibe el ministro de Educación o porque la espera una comisión en el Senado que discute el presupuesto que recibirá el área el próximo año.
"A la sede de la FECh le llegan entre 40 y 60 pedidos de entrevistas por día y de medios de todo el mundo." Esto lo cuenta Evelyn Cáceres, que desde hace tres años está a cargo del área de Comunicación de la FECh y jura que nunca pasó por algo igual: "Estamos absolutamente desbordados", sintetiza. Y se nota.
La cita con LNR iba a ser en la mañana, pero se reprogramó para la tarde. El cambio no sorprende: antes de este plantón ya habían sido cuatro las fechas canceladas y cinco los encuentros fallidos; el último lo produjo una repentina gira por Europa, cuando Camila llevó las demandas del movimiento estudiantil chileno hasta París, Ginebra y Bruselas. Viajó junto a otros dos dirigentes estudiantiles, y fue recibida en el Parlamento Europeo, la Unesco y las Naciones Unidas.
Cuando por fin nos reunimos en la oficina de la FECh, la líder del movimiento estudiantil del que habla el mundo entero conversa con tiempo, tranquila y sin prisa. Hace rato que está de vuelta de las notas que refieren a su belleza ("objetivamente soy bonita y no tengo problemas en decirlo", declaró en una entrevista) y tacha de previsible que el foco inicial haya sido su aspecto físico: "Acá son muy machistas, pero al final primó la idea. Una cara bonita no saca quinientas mil personas a la calle."
Es amable, clara y precisa al hablar. Le gusta pensar la palabra justa y busca el término exacto para decir aquello mismo que quiere decir y no otra cosa. Se ríe de sus propias ocurrencias y maneja cierto humor absurdo. Sus ojos verdes sostienen la mirada y gesticula mucho, mucho. Explica la política educativa del país y su mano va de acá para allá marcando puntos imaginarios sobre el escritorio: "El problema de la educación es un síntoma de un problema mayor, que es el modelo que se instaló a sangre y fuego durante la dictadura. Los ideólogos que sacaron de la Universidad Católica los llevaron a Chicago (se refiere a los Chicago Boys) y vinieron a experimentar un proyecto ideológico que es el modelo neoliberal, un modelo donde el Estado es subsidiante y no garante", explica Camila, de lo más didáctica.
Sobre una de las paredes de su oficina cuelga un gran retrato: Karl Marx mira desde detrás de un vidrio. Al lado de Marx, y pinchados sobre un corcho, hay recortes de prensa, fotos y panfletos. Toda la papelería se refiere a lo mismo: la protesta estudiantil que ella lidera, un reclamo que lleva siete meses de movilizaciones, tomas, marchas y paros; una lucha que ya volteó a un ministro, forzó la reorganización de un gabinete y sentó al gobierno en una mesa de diálogo. Este ha cedido poco y reprimido mucho, ha apostado al desgaste del movimiento y se prepara para cerrar un año, al decir de los analistas políticos, "absolutamente perdido".
El movimiento se volvió histórico ya con las cifras que fue capaz de convocar, pero a caballo del reclamo por una educación pública, gratuita y de calidad que sostienen los estudiantes se han sumado otras demandas sociales. El movimiento se ha vuelto incluso transversal y a veces hasta da la impresión de que al gobierno de Sebastián Piñera le cascotean el rancho desde todos los frentes. La sensación -y, ¡peor!, las encuestas, en un país que baila al ritmo del sondeo permanente- es que Piñera rescató del pozo a los mineros y de ahí a esta parte fue él mismo el que no hizo más que descender (la última encuesta de Adimark le otorga apenas un 31% de aprobación, y el mismo estudio revela que el 67% de los chilenos está a favor de las demandas de los estudiantes).
"La verdad es que nunca imaginamos que esto iba a estallar así, con esta magnitud. Jamás pensamos que iba abarcar a tantos ámbitos de la sociedad, que íbamos a tener manifestaciones con tanta convocatoria", reconoce Camila, que para muchos es, más que la voz que pide a gritos una reforma educativa, la voz en alto de dos generaciones enteras: la suya propia y la de sus otrora acallados padres.
Es curioso: de su paso por el colegio secundario -cuentan hoy sus profesores del colegio Raimapu, en la comuna de La Florida- lo que quedó fue la imagen de una chica introvertida, que se destacaba en artes plásticas y se interesaba por el teatro. Dicen que era tímida, que nunca fue dirigente y que era impensable prever que una chica así asumiría cargos.
Ella marca su punto de inflexión precisamente después de esa etapa: "Yo sabía que cuando entrara a la Universidad iba a participar en política. La militancia de mis padres habrá ayudado, es una formación, pero lo cierto es que yo tenía una convicción propia; yo veía que en la Universidad se me iba a abrir el mundo; sentía que al entrar ahí tenía que hacerme responsable de algo más aparte de estudiar. Entré en 2006 y ya en 2007 entré a militar en la Jota (Juventud Comunista). Y ahí me encontré con un proyecto político, con una propuesta de reforma. Después, todo lo demás se fue dando, es parte de un proceso."
Camila terminó la carrera de Geografía, pero tiene su tesis pendiente. Su hermana mayor milita en el Partido Comunista, al igual que hicieron sus padres cuarenta años atrás. Hoy su mamá, Mariela Dowling Leal, trabaja junto a su marido, Reinaldo Vallejo. Juntos tienen una pequeña empresa dedicada a la instalación de calefacción. Antes de los termostatos y los calefones, incluso antes de que Camila siquiera naciera, Reinaldo Vallejo tuvo un paso fugaz por el mundo del espectáculo: fue galán de telenovelas. En los videos que publica el sitio Web del Canal 13 chileno todavía se lo puede ver en los fragmentos de Alguien por quien vivir, la tira que la emisora puso en pantalla en 1982. Eso sí, la crítica de cabotaje aún hoy le sigue siendo esquiva: "Cuando llegó a ser mal actor, ya era malo", fue la gracia que lanzó un chileno durante una sobremesa.
Los padres de Camila acompañan a su hija a todas las marchas. La apoyan, la alientan y se preocupan por su seguridad: la cara más famosa de la revuelta estudiantil es también blanco de agresiones, insultos y amenazas, especialmente desde las redes sociales, donde alguno aseguró que su vida corría peligro y otro más filtró su dirección. Entonces Camila ahora marcha con custodia y va siempre acompañada. "No descarto que pueda pasarme alguna cosa", decía hace un par de meses. Ahora, en cambio, minimiza el tema: "No tengo miedo, porque seguro ahí hay mucha cobardía. Ninguno de esos tipos se va a atrever a agredirme físicamente. Es lo que creo yo; cualquiera que lanza una amenaza a través de un medio indirecto finalmente no lo hace. Para eso viene acá, directamente, se presenta, me lo dice y lo hace nomás."
Claramente, las millas a Camila le juegan a favor. Es astuta, cauta. Aprende rápido. Hay diferencias notorias entre un discurso de una marcha inaugural versus uno actual: ahora la chica de 23 años aparece (todavía) más desenvuelta que entonces; más locuaz, más firme y segura. Y esto en cualquier superficie, porque en pleno concierto de Calle 13 sube al escenario y exige frente a una multitud educación pública y gratuita con la soltura de quien está en el living de su casa. "¡Hasta la victoria siempre!", cierra esa arenga, micrófono en mano y puño cerrado en alto. El público la ovaciona.
La popularidad que alcanzó Camila es notable. En la calle y en los papeles. Según un sondeo reciente, Camila es la mujer chilena más admirada por las adolescentes de entre 14 y 18 años: según una encuesta de la Unidad de Estudios de Corporación Opción, el 43% de las jóvenes la prefirió a ella antes que a otras figuras públicas como Michelle Bachelet (32%) o Violeta Parra (27%). La ciudadanía en su conjunto también la respalda: integra el top 3 de las figuras políticas mejor evaluadas del país: alcanza un 71,3% de evaluación positiva frente a un 29,2 % del presidente Piñera (sondeo Bárometro Regional 2011, del Centro de Investigación Sociedad y Políticas Públicas de la Universidad de Los Lagos).
La exposición convirtió a Camila en lo que aquí llaman un rostro. Ahora es famosa y la fama -dice- le incomoda. "Es un tema supercomplejo, porque así como no me esperaba la magnitud del impacto del movimiento, no me esperaba la magnitud del impacto mediático que iba a tener yo. Todo esto ha repercutido en mi vida personal. Ahora soy una figura pública. Moverme es difícil, viajo en metro o camino por la calle y la gente me reconoce siempre. Y me dice cosas. Me piden fotos, me piden autógrafos, entrevistas, saludos grabados; me llegan cartas, me dan consejos, me piden cosas raras. La gente me demanda mucho y yo no tengo libertad de acción." Es la primera vez que la voz de Camila suena a queja. No exagera: la sesión de fotos para LRN causó un tremendo revuelo callejero y en cuestión de minutos se generó un tumulto. Hubo gritos de apoyo, pedidos de beso, fotos con los teléfonos celulares y suspiros masculinos. Hasta los carabineros de un camión hidrante que pasaba por ahí buscaron su risa y se acercaron hasta ella haciendo girar -en broma- el disparador. Ella no perdió el buen humor y se mostró, hasta donde se pudo, muy solícita.
"Yo agradezco a..., no sé a quién, porque en Dios no creo, pero agradezco a las circunstancias que a esta altura no esté reventada; estoy cansada, sí, pero no estoy con un nivel de estrés que haya afectado mi salud. Y tampoco ha cambiado mi personalidad. Hay muchos dirigentes que entran en un conflicto con los egos. Yo sigo tranquila, tratando de mediar, de ver todo en una perspectiva más global. Bueno, claro, eso no me asegura que no termine después loca en un manicomio", concluye entre risas.
Dentro del movimiento, Camila, señalada tantas veces desde la prensa internacional como la bella rebelde poco menos que prima hermana del Che Guevara, no es ni por asomo la más radical de los dirigentes. Forma parte, incluso, del ala moderada, cosa que le trajo más de un conflicto interno con otras agrupaciones: "Este trabajo al final es superingrato. Porque hay muchos logros de los que una se siente orgullosa porque el movimiento los ha instalado, pero es ingrato porque no toda la gente valora por igual el esfuerzo que una hace. La demanda en términos mentales es fuerte. Todo el tiempo tenés que estar pensando qué se dice, qué se hace; te tenés que anteponer a las circunstancias y, antes de tomar una decisión, hacer una lectura de todos los factores que están determinando los distintos escenarios. Uno siempre asume costos políticos, pero a veces son mayores los costos que las ganancias políticas, y esto es algo que tuve que aprender a la fuerza. Yo no venía con esa experiencia".
A la chica de jeans gastados, collares artesanales, anillos de alpaca y pañuelos tejidos no le gusta nada -nada- hablar de su vida privada. Sabe que la prensa está al acecho y siente el agobio. "La prensa ha buscado persona por persona queriendo identificar mi grupo familiar. Ubicaron a mi padre, mi tío, mi hermana; falta mi hermano menor y otro más. Yo he tratado de mantener mi vida personal lo más lejos posible, pero en un momento ya se hace insostenible. Porque los medios están ahí buscando, buscando y buscando. ¡Y el que busca encuentra, po!"
Tanto buscar y buscar para venir a encontrar, para decepción de tantos, un pololo. Un novio. Fue durante una marcha, cuando alguien advirtió que, entre toda la gente que la rodeaba, había uno que le hacía marca personal. Al día siguiente todos los medios hablaron de él: Julio Sarmiento. "El ángel guardián de Camila Vallejo", dijeron. No se animaron a confirmarlo en letras de molde, pero efectivamente era (y es) el novio de Camila desde hace al menos tres años. Incluso él mismo le pasó la posta un año atrás: Julio Sarmiento, nacido en Cuba y estudiante de Medicina, fue el presidente inmediato anterior que tuvo la FECh y también es comunista.
Cuando Camila se suelta en la charla actualiza datos: "Hasta el fin de semana pasado mi pololo estaba en las Juventudes Comunistas, ahora pasó al Partido". ¿Y es posible, con tan poco tiempo libre, llevar un noviazgo normal? "Bueno, nos vemos siempre en las marchas", responde entre risas. Dice que hay semanas enteras que no se ven, que todo esto cambió absolutamente su estilo de vida y que le gustaría tener más horas de descanso, más tiempo para ella: "A veces trato y me esfuerzo por encontrar un momento de relajo y quedar con mis compañeros para tomar una cerveza, pero en realidad nunca me libero de esto. Ojalá tuviera un lugar donde no se hable nada de política universitaria ni del movimiento, pero siempre sale el tema. No tengo ningún paréntesis. Antes hacía deporte o salía a bailar, pero ahora no".
Aquí son varios los que le auguran a Camila una promisoria carrera política. A ella la palabra carrera no le gusta. Prefiere expresarlo en términos de "ponerse al servicio de", pero no descarta para nada la misma idea: "Bueno, soy militante de un partido que ha planteado llegar a una verdadera revolución democrática a través de la vía electoral, así que no puedo descartar el hecho de que pueda ser candidata en algún ámbito municipal, parlamentario o etcétera, pero yo voy a estar a disposición siempre y cuando haya una decisión colectiva antes de tomar esa decisión".

CLAVES PARA ENTENDER EL CONFLICTO

SISTEMA. En 1981, y bajo la dictadura de Pinochet, las universidades oficiales chilenas pasaron a tener, además de un examen de ingreso, un costo. Para quien no puede pagarlo el Estado ofrece un crédito, constituyendo el alumno una deuda que debe empezar a pagar una vez egresado.
PRIVADAS. La otra opción de estudio superior universitario son las instituciones privadas, algunas de las cuales piden puntajes PSU para ingresar; sus aranceles son cada vez más altos y las hay de dos tipos: sin financiación del Estado (en teoría no pueden tener fines de lucro) o con subsidio estatal (se les permite el lucro y el subsidio es por alumno, pudiendo incluso ser asumido de forma compartida por los padres). Varias de esas casas de estudio privadas se sumaron además al proceso de selección oficial.
PROBLEMAS. Este esquema produjo al menos dos problemas importantes: un brutal endeudamiento, por un lado, y una enorme desigualdad, por el otro (estudia quien puede pagar o pedir un préstamo).
COSTO. En Chile, estudiar en la Universidad cuesta -promedio- más de 6000 dólares al año.
LA MAS CARA. Chile es el país de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) que tiene la educación superior pública más cara, y es también el país donde más pagan los estudiantes de su propio bolsillo (de cada cinco familias, sólo una puede pagar sin pedir préstamos).
ANTECEDENTE. Ya en 2006 hubo en Chile un importante movimiento estudiantil protagonizado por los secundarios (lo que se conoció como la Revolución pingüina), pero al final la lucha terminó siendo diluida hábilmente por el Poder Ejecutivo.
UNIFICADO. Esta vez, el reclamo unió a secundarios y universitarios, y las movilizaciones en las calles (ya más de 40) mostraron cifras récord para la historia de Chile.
CRONOLOGIA. La primera protesta estudiantil en las calles fue en abril. A fines de junio se registraron las mayores convocatorias, con 200 mil manifestantes en Santiago y 400 mil en todo el país (muchas culminan con focos de violencia y represión policial). Paralelamente fueron aumentando las tomas de colegios y universidades. Entre las demandas se incluía mayor gasto público en educación, modificación del sistema de acceso a la Universidad para garantizar igualdad de oportunidades, acabar con la financiación a las instituciones privadas que no están reguladas y hacer un aumento directo de financiación a la educación pública (lo que se llama aporte basales). Las conversaciones con el gobierno parecieron siempre un diálogo de sordos: unos buscando cambiar el modelo, otros respondiendo con un puñado más de becas. En julio asumió un nuevo ministro de Educación (Felipe Bulnes) y en agosto, Sebastián Piñera convocó a una mesa de diálogo con los principales actores sociales: él mismo participa, pero esta instancia también fracasa. Cerrando el año, la discusión sobre el Presupuesto 2012 copó el centro de la escena.
INICIATIVAS. Hasta ahora el gobierno envió al Congreso propuestas legislativas para rebajar el interés de los créditos de los estudiantes, ofrecer renegociación de morosos y ampliar las becas al 40% más vulnerable. También empujó el Plan Salvemos el Año Escolar, para que los estudiantes de los colegios tomados no perdiesen el año.

Por Guadalupe Diego| Para LA NACION

viernes, 11 de noviembre de 2011

Alta Costura

Las manos de mi madre

En la tela de la
historia familiar,
las manos de mi madre
reforzaron costuras
para que
nos sostuvieran
ante cualquier tirón
de la vida … 

Las manos de mi madre
enhebraron el hilo  que
une las partes del molde
sin olvidar que cada una
es distinta a la otra …
y juntas hacen el todo …
como la familia … 

La manos de mi madre
estiraron dobladillos
para que
pudiéramos crecer,
para que
no nos quedaran cortos
los ideales …

Las manos de mi madre
zurcieron desgarros
para que volviéramos
a usar el corazón …
sin hilachas de
resentimientos … 

Las manos de mi madre
unieron retazos
para que
tuviéramos una manta
de origen
que nos cubriera … 

Las manos de mi
madre aseguraron
presillas y botones
para que
estuviéramos unidos,
para que no
perdiéramos
la esperanza … 

Las manos de mi madre aplicaron
elásticos
para que asumiéramos
con amplitud
los cambios que nos piden los años … 

Las manos de mi madre
bordaron maravillas
para que la vida
nos sorprendiera
con sus continuas
entregas de belleza … 

Las manos de mi
madre cosieron
bolsillos
para guardar,
en ellos,
las monedas
valiosas de los
mejores recuerdos
Y mi identidad … 

Las manos de mi madre,
cuando estaban quietas …
cuidaban
mis sueños, para que
dieran a mi diseño
su polvo de estrellas …

Las manos de mi madre
me sostuvieron,
con sus hilos de maga,
cuando me asomaba
a la vida …
¡para empezar a vestirla! 

Las manos de mi madre nunca
abandonaron su trabajo…
Y sé muy bien que hoy, donde estén,
enhebran oraciones para mi …
Y yo …
¡Yo las beso
como si estrenara bendiciones!

Por: Rosita Pedrazzini

miércoles, 2 de noviembre de 2011

Contigo... toda la vida

Ocaso en La Punta, Camaná, Arequipa

Sigmund Freud creía que el amor era la mitad de la vida de una persona. Suponía que alguien gozaba de buena salud psíquica si estaba en condiciones de amar y de trabajar. Más allá del psicoanálisis, no existe modelo o línea de pensamiento que hoy pueda oponerse a la idea de que, en definitiva, el amor es el motor de la vida.
De padres e hijos, entre los amigos, entre miembros de una comunidad. Existen distintos tipos de amor; pero el amor de pareja es el que, además de proyectarnos compartiendo la vida junto a otra persona, facilita o enmarca otro de los objetivos esenciales: los hijos (la perpetuación de la especie).
Dejando de lado toda literatura romántica, la ciencia encuentra que el amor es una emoción compleja, una construcción hipotética determinada por cientos de conexiones, posibilidades e interpretaciones. Un sentimiento que, muy a pesar del marketing, tiene sus bases orgánicas en el cerebro y no precisamente en el corazón. Estamos genéticamente programados para amar y los genes se activan gracias a la química cerebral: la oxitocina despierta las primeras instancias de la seducción, el encuentro y la permanencia.
Se cree que de la química dependen los primeros años; entre cuatro y siete, según las historias de amor investigadas. Después de la popularmente llamada comezón del séptimo año, el amor quedaría, fundamentalmente, a expensas del intelecto y la voluntad. Es decir que, más allá de los flechazos de Cupido, directo al cerebro que también late de amor, es saludable entender que este sentimiento es una construcción en el tiempo constituido por etapas, instancias o momentos.
En este sentido, el doctor Miguel Spivacow, autor del libro de La pareja en conflicto (Paidós) y de Clínica psicoanalítica con parejas (Lugar), cree que, ante todo, "es conveniente distinguir entre lo que es amar y lo que implica enamorarse.
"El enamoramiento - define el psiquiatra- es una atracción inicialmente irresistible, cuya intensidad declina con tiempo. El amor, por el contrario, puede ir creciendo con el paso de los años e implica un tipo diferente de vínculo que incluye crisis, alejamientos y acercamientos, a pesar de los cuales los protagonistas vuelven a elegirse."
Para la psicoterapeuta Clara Coria, "es un sentimiento que se vive a través del vínculo que cada pareja es capaz de construir". Esto da cuenta de que existen tantas definiciones de amor como cantidad de uniones o deseos en común puedan registrarse. Cada quien, claro está, con su cerebro, con sus conexiones químicas, con sus aprendizajes, deseos, pulsaciones, mariposas en la panza, tiempos y posibilidades de amar. Autora de El amor no es como nos contaron, Las negociaciones nuestras de cada día y El sexo oculto del dinero (Paidós), Coria es de las que creen que "el amor debería ser un acto de libertad, cuya duración esté en manos del mutuo apoyo y respeto por lo que cada uno es. En la vida humana no existen las garantías, pero sí los deseos de que aquello que nos hace feliz sea duradero".
"El amor, desde siempre, cargó con al menos tres duras tareas: organizar, proteger y dar sentido a la existencia; sostener proyectos de largo alcance y dar curso a las pasiones. El amor de las parejas es la única relación en la que estos tres aspectos deben conjugarse al mismo tiempo", explica Hugo Dovskin, psicoanalista, quien acaba de publicar El amor en tiempos de cine.
Según pasan los años
Hay que contemplar los tiempos históricos, sociales y culturales. Recién avanzado el siglo XX fue posible pensar en vínculos de más de 20 años. "El avance de la medicina y la prolongación de la vida suponen relaciones de una extensión inimaginable, en tiempos en que la inexistencia de antibióticos, las enfermedades en general, los partos o las guerras hacían virtualmente imposible pensarse en relaciones de treinta, cuarenta o cincuenta años", rescata Dvoskin, docente de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. "Al extenderse -agrega el psicoanalista-, la vida en pareja nunca será la misma, pues, tal como supone Borges, no son sólo las aguas las que cambian, sino que nosotros nunca somos los mismos al bañarnos en el mismo río."
Estas apreciaciones ayudan a estimar que el amor de una pareja estará siempre en manos del compromiso y el desafío valiente que puedan asumir juntos, y en relación con las necesidades y los deseos que cada uno vaya adquiriendo a lo largo del camino. "Nos han jorobado con viejos mandatos y creencias -puntualiza la psiquiatra y sexóloga Cecilia Kurganoff-. Crecimos pensando en el amor según los cuentos de la infancia. Blancanieves, Cenicienta, la Bella Durmiente, todas, esperaban un príncipe azul joven, bello, rico y poderoso. Con el tiempo, como diría la humorista Gabriela Atcher, hemos comprobado, entre otras cosas, que el príncipe azul se destiñe en el primer lavado. No es tarea sencilla para muchos recuperarse también de otras realidades, como que nadie llegó a ser feliz comiendo perdices."
"Hoy, en el amor se reemplazó el te amo por el te estoy amando", dice Walter Riso, autor del Manual para no morir de amor (Planeta). Esta interesante observación del terapeuta da cuenta de que se puede amar para toda la vida, pero que el foco no está o debería estar puesto en el futuro, sino en el día a día, en cómo se vive y convive con la relación. El gerundio (te estoy amando) muestra que el amor nunca se acaba de construir y de reinventarse. "Es un proceso vivo y activo -define Riso-; es pragmático, directo y sin anestesia. Hoy el amor dura mientras estar con vos no implique negociar con mis principios. Así te ame, el amor se acaba porque no le venís bien a mi vida."
Si bien, por priorizar el progreso académico o económico, se ha postergado o retrasado la edad para casarse o formalizar el vínculo, el matrimonio sigue siendo una elección universal. Incluso cuando aumentaron considerablemente los divorcios, son muchos, sobre todo los hombres, quienes reinciden en esta aventura de institucionalizar el amor.
Sigue Riso, conferencista y docente, nacido en Italia, formado en nuestro país y radicado en Colombia: "Nadie entra en una relación para que se acabe. Lo que sí parece ocurrir en esta posmodernidad que vivimos es que se tira la toalla demasiado rápido. Cada día son menos los que están dispuestos a aguantar a alguien que nos hace daño o que afecte nuestra autoestima".
"Que no se trata de aguantar-redobla Clara Coria-. No se puede perdurar amando por decreto para toda la vida. Sólo es posible sostener el amor cuando son dos quienes lo alimentan."
Está claro que no nacimos para estar solos, así como que cada quien sabe hasta dónde y cómo configura o puede habilitar una relación de amor en pareja. Se puede decir que el amor es una elección con las mejores intenciones. "La libertad de elección que existe hoy es un gran estímulo para la construcción de parejas más afines", celebra Spivacow, para quien "hay que destacar que en el mundo actual las parejas están cambiando vertiginosamente. La pareja institucionalizada por la sociedad, por citar algunos ejemplos destacables, ya no es patrimonio exclusivo de los heterosexuales, así como, en virtud de la ciencia, el amor de pareja no constituye la única posibilidad de reproducirse (...). No sabemos qué pasará en el futuro -continúa el psiquiatra-, pero es evidente que, aceptando la diversidad de formatos, la pareja seguirá vigente, ya que da respuesta a la soledad de hombres y mujeres".
El amor hace bien a la salud. Reiteradas investigaciones destacan, entre otras cosas, que las personas en pareja tienden a estar más saludables física y psicológicamente que aquellas que están separadas (el efecto es más fuerte en los hombres que en las mujeres). Por ejemplo, según un artículo publicado este año en el British Medical Journal (citado por la BBC), la gente casada vive más. A partir de un estudio realizado en 7 países europeos, se reveló que las parejas casadas tienen una tasa de mortalidad entre 10 y 15 por ciento menor que el resto de la población. Pero tampoco se trata de estar juntos para acumular años como puntos en la tarjeta de crédito.
En tiempos de descarte
Conseguir el amor perfecto o ideal (¿existe?), en lugar de experimentar el placer del encuentro -donde, además de compartir, siempre, inevitablemente, y en forma alternada, alguien tiene que ceder-, ésa es una tendencia de hoy. La cultura ansiosa e intolerante del amor se da porque se vive pendiente de las exigencias, del alto rendimiento y tantas insatisfacciones más. Esto es lo efímero y descartable que destaca el sociólogo Zigmunt Bauman cuando habla de los amores líquidos que caracterizan esta época. Cuántos amores o contactos no pasan de ser virtuales por el temor a que no cumplan con las expectativas, cada día más exacerbadas y alejadas del mundo real de los abrazos o el contacto auténtico del cuerpo a cuerpo.
"Estamos viviendo tiempos donde todo se ha sobre erotizado y desafectivizado, dice la psiquiatra y sexóloga Cecilia Kurganoff, para quien "el narcisismo, el individualismo, la competencia, las exigencias, el consumo, parecen haber devaluado la importancia y los beneficios del vínculo. Como ya hemos dicho, los tiempos cambiaron y cada tiempo define un estilo. Hoy compramos y descartamos todo el tiempo y, en este hábito de consumo exacerbado, creemos que podemos hacer lo mismo con el otro. Lo compro, lo convierto en objeto, lo manipulo como quiero. No nos enseñaron, y debemos aprender -sugiere Kurganoff- que el amor es respeto, confianza, distancia; que hay que trabajar para mantener la pasión, que hay que soportar e integrar, incluso, las cosas que no nos gustan del otro. No debemos perder de vista que el otro es otro, que no debo pegotearme o entenderlo como una posesión o una parte mía".
El psicólogo Walter Riso está convencido de que "hoy fluctuamos entre la dependencia afectiva y la autonomía, que tiende a ser un valor cada vez más arraigado. Vivimos entre la idea de un compromiso inteligente y la cultura del desechable. El amor se debate entre esos extremos contradictorios y va escribiendo su propia historia; una historia sin fin, sin tiempos. En realidad, no importa cuánto y cuándo te amen, sino cómo lo hagan".
Auténtico (y duradero)
El amor es valentía, coraje, paciencia, voluntad, ilusión, respeto, confianza, (agregue todos las palabras que considere oportunas) y tantas otras fortalezas necesarias para sortear los obstáculos propios del acto de amar, compartir y acompañarse.
"Podría decirse - explica el psicoanalista Hugo Dovskin- que perduran en el tiempo quienes logran superar las dificultades. Es imposible pensar en el amor sin obstáculos ni conflictos, así como es un error pensar que los conflictos se superan gracias al amor. El amor es el resultado de esas pruebas superadas. De no haber diferencias o crisis, seguramente, la relación se está amalgamando con sumisión -al menos con resignación- y sin defender los propios valores de cada una de las partes.
"En primer lugar -puntualiza Dovskin- la pareja debe confrontar con el conflicto que surge de un encuentro cultural entre dos historias que son las de las dos familias de origen. Por otro lado, el amor de pareja debe tener la carga pasional que demanda, al menos en Occidente, alguna forma de fidelidad, más allá de lo abierta que una relación se suponga."
El amor de pareja debe generar un ámbito de protección y de cuidado donde los sujetos, ambos, depositan lo que en la vida cotidiana queda detenido por efecto de lo políticamente correcto y las buenas formas. "Ayuda saber que hay conflictos y crisis -retoma Spivacow-,que el amor implica placer y disfrute, pero también trabajo psíquico sobre las desavenencias y los desacuerdos. También ayuda saber que en los diferentes momentos de la vida la pareja busca diferentes cosas, y que realizar los ajustes necesarios puede ser la base para la continuidad. La autenticidad del amor no depende de los años que dure, sino de cómo lo sienten sus protagonistas."
Son muchas las relaciones de pareja que han atravesado la prueba del tiempo. Así como hay quienes creen que el amor es la combinación de la intimidad, la pasión y el compromiso, Riso propone pensar el amor en torno de la suma de tres aspectos: Eros (deseo) + Philia (amistad) + Agape (respeto), en proporciones por determinar, así haya tropiezos y resquemores. "Eros es las ganas de ver al otro como un postre. Philia es la compinchería, los proyectos de vida compartidos. Agape significa cuidar al otro con ternura y respeto, que su dolor te duela y su alegría te alegre", completa el autor, convencido de que "el amor es para valientes".
Parece ser que el amor dura en tanto y en cuanto elijamos y sepamos transitar el camino hacia el bienestar (físico y emocional) de uno, del otro, de los dos. De todos los que caminan con nosotros por la vereda del sol (más allá de las tormentas).
LOS VÉRTICES DEL TRIÁNGULO
Según la teoría triangular del psicólogo estadounidense Robert Sternberg, el amor es una relación interpersonal que crece en torno de tres componentes esenciales: intimidad, pasión y compromiso.
La intimidad. Es el elemento emocional, comprende la autorrevelación que conduce al vínculo, al afecto y la confianza. Es el cariño, el deseo de acercamiento, la comunicación e interés por estar con el otro. Se diferencia de la amistad porque en aquella hay reciprocidad; en el amor uno puede tener el deseo de intimar y no ser correspondido.
La pasión. Es el elemento de motivación, se basa en los impulsos interiores que transforman el deseo inicial en deseo sexual.
El compromiso. Es la decisión de amar y permanecer con el ser amado. El matrimonio o la convivencia son la formalización; aunque el verdadero compromiso lo garantiza la lealtad y el proyecto conjunto.
Según esta teoría, la clase de amor que una persona puede experimentar depende del tipo de combinación de estos tres elementos. Hay ocho tipos posibles:
Cariño: cuando sólo hay intimidad
Encaprichamiento:cuando sólo hay pasión
Amor vacío:cuando sólo hay compromiso
Amor romántico:cuando hay pasión e intimidad
Amor fatuo:cuando hay pasión y compromiso
Amor sociable: cuando hay intimidad y compromiso
Amor consumado:cuando se combinan los 3 elementos
Falta de amor: cuando no hay ni intimidad ni pasión ni compromiso
DOS JOVENES DE 30
Daniela Avati (33) y Claudio Visetti (36) se casaron el 8 de octubre. Después de 6 años de noviazgo, formalizaron convencidos de que el amor es para siempre. Como muchos jóvenes, lo hacen pasados los 30 pero, a diferencia de otros de su generación, ellos no ponen en duda, ni por un segundo, el proyecto a largo plazo.
"Algunos de nuestros amigos piensan igual que nosotros", decían en la previa, entre las pruebas del vestido, las reuniones por el salón, el catering, las fotos. "Aunque tantos otros -agregan ahora-, por distintas experiencias, propias o de otros conocidos, no coinciden ni creen que alcance con todo lo que, para nosotros, se necesita para sostener un amor para toda la vida: confianza, respeto mutuo, comprensión y, por sobre todas las cosas, el diálogo."
Los padres de Claudio, Felisa (64) y Esteban (67), ya llevan juntos 46 años (se conocieron en el 65 y se casaron 3 años después). Y si bien están seguros de que "si tomó la decisión, nuestro hijo es de los que se casan para toda la vida", entienden que la mayoría de los jóvenes de hoy tienen otra forma de relacionarse. "Cada quien vive su experiencia como puede; para nosotros, la clave es la comprensión y el respeto." Los papás de Daniela, Silvia (56) y Pepe (60), se conocen hace 40 años. Y si tienen un consejo para darle a su hija y a su yerno: "Nunca hay que pretender querer cambiar al otro."
MÁS QUE UN RUBI
"En cada etapa hay un proyecto nuevo que sostiene la pasión y el compromiso", coinciden, sin dudarlo, Inés y Buby Bocles, quienes cruzaron la barrera de las bodas de rubí y, en 43 años juntos, tuvieron 5 hijos y 7 nietos. "No me imagino viviendo sin él", confiesa Inés, cuyos padres estuvieron casados por más de 60 años. "La clave es el compañerismo, la comprensión y la paciencia; hay que saber acompañarse", detalla la mujer a la que le brillan los ojos cuando habla de su historia con Buby y que apuesta, sin temor a perder, a que "siempre es posible el amor para toda la vida, y esto va más allá de la particularidad de los tiempos".
Ella mira, asiente convencido, y a cada palabra agrega: "Los jóvenes deberían saber que el amor para toda la vida es una posibilidad, que es bueno que aprendan a compartir y a descubrirse juntos, a ser tolerantes". De repente, el hombre enamorado de Inés hace un silencio, sonríe y se anima a confesar el gran secreto para tantos años de relación: "Los hombres tienen que saber que siempre debemos tener la última palabra: sí, querida". Es un gusto verlos compartir, incluso, esa risa.
Por Eduardo Chaktoura