domingo, 22 de mayo de 2011

¿Es 20 de mayo?


Hoy te vi en la tarde y fue un amanecer largamente esperado, inédito como suelen ser los milagros y una vorágine telúrica y volcánica en esta tierra arequipeña y, todo en la sencillez de tu traje lila y tus transparentes ojos claros, en tus simples palabras pletóricas de inmensidad reiterando el amor que un día no supe cuidar. Uspha de la ternura, sutil remembranza del ayer eres urpicha que nunca más partirás porque llegas para quedarte.

Y cómo te admiro, dejaste de ser la niña que en besos y embelesos me sustraía el corazón, la joven mujer de los primeros escarceos del enamoramiento y te convertiste en la bella mujer que eres ahora. Me has elegido testigo de tus palabras y de tus gestos para transmitirme desde la honestidad y la empatía tu incomparable calidad de mujer íntegra.

Aún tengo el vívido recuerdo de la pública mesita donde conversáramos, incluida  la pérdida de ruta en su búsqueda y la ironía de estar rodeados de puestos de venta de comida chatarra, del desfile estilo pueblerino de mcdonald´s y del punzante frío casual. El retorno en taxi, la casa de mi madre y el centro de trabajo de mis padres y abuelos que el azar quiso pudieras ver desde el exterior.

El pequeño salón de té y el final, la despedida con cualquier disculpa, los resquemores de quien transgrede el orden social (aunque sin transgredirlo).

Estuve todo el tiempo extasiado con tu presencia, relato, apreciaciones, comentarios. No hiciste ningún reproche y a tus ojos  asomó una lágrima que no merezco…

Dos besos fraternales que niegan el tiempo medido en 45 años y lo desdicen. Luego, dejé de verte y… retorno a la cotidianeidad que nunca más volverá a ser la misma.



Nota: Uspha (ceniza) traducida como “la ceniza aún caliente que en cualquier momento puede convertirse nuevamente en fuego”. Urpicha (diminutivo de paloma) pero no palomita sino en su traducción como “la que me robó el corazón…”.